domingo, 18 de septiembre de 2016

ACS Parte V: ENTRENAMIENTO

A.C.S.

(ACTITUD CORRECTA de SUPERVIVENCIA)
Parte V: ENTRENAMIENTO



Y llegó el momento de ponerse “manos a la obra”. Es evidente que desde el punto de vista práctico esta parte es la más importante (también la más “densa”), pero se que sin los anteriores capítulos de la A.C.S., no tendría el aprovechamiento pertinente por parte de quien desee aplicarla, no estarían claros los conceptos ni los objetivos perseguidos, por lo que recomiendo a quien llegue hasta este capítulo sin haberlos estudiado en el orden correspondiente, que posponga el estudio de este hasta haberlo hecho. Mi objetivo desde el principio ha sido ir más allá de una mera introducción a la psicología de la supervivencia para concienciar de lo importante de la A.C.S. y poder entender como afrontar las situaciones de supervivencia, por lo tanto todos los capítulos constituyen un todo inseparable que deben ser estudiados en orden. Así mismo debo decir que muchas de las ideas y modos de operar que recomendaré, han sido desarrollados por mí a través de los muchos años de estudio que he dedicado a los temas psicológicos, como métodos adecuados para hacer frente a los problemas planteados, lo que no quiere decir que no haya otros, como se suele decir, “cada maestrillo tiene su librillo”. 

***


Pienso que a estas alturas del estudio sobre la A.C.S. nadie dudará de porqué esta constituye la base principal desde donde se construye la pirámide de la supervivencia sobre la que se asientan luego el “Conocimiento” y finalmente el “Kit”. La personalidad desempeña un papel fundamental en la supervivencia. De hecho, puede tener más relación con la supervivencia que el peligro, el tiempo, el terreno o incluso la misma naturaleza de la emergencia. Por ejemplo, la posibilidad de que la fatiga entorpezca o agudice la mente, de que merme o instensifique la capacidad de adoptar las oportunas acciones de supervivencia, o de que disminuya o aumente la determinación de continuar depende más, hasta cierto punto, de la persona que de la situación concreta. Las siguientes cualidades personales son especialmente importantes para la supervivencia: 
.Ser capaz de tomar decisiones. 
.Ser capaz de improvisar. 
.Ser capaz de vivir solo. 
.Ser capaz de adaptarse a la situación: extraer algo positivo de algo negativo. 
.Permanecer frío, tranquilo y reposado. 
.Confiar en lo bueno, pero estar preparado para lo peor. 
.Tener paciencia. 
.Estar preparado para enfrentarse a lo peor que pueda suceder. 
.Ser capaz de comprender a otras personas; es decir, entender y predecir lo que harán los demás. 
.Conocer de donde proceden los miedos y preocupaciones, y saber qué hacer para controlarlos. 

 Es cierto sin embargo, que los mecanismos que generan estas actividades mentales, a día de hoy todavía están lejos de ser comprendidos por completo. ¿Pero, cómo podemos trabajar previamente estas cualidades personales?¿Cómo entrenar para mejorar en el control de las emociones y tensiones que acompañan a toda situación de supervivencia? Veamos algunos conceptos sobre el pensamiento, sobre esas ideas que “tenemos en nuestra cabeza”. Se considera al pensamiento como algo intangible y alejado de lo material, y es una idea equivocada que condiciona toda una forma de actuar al respecto. El pensamiento no deja de ser una forma de trasmisión de energía, si en nuestra mente focalizamos una idea constantemente, osea, alimentamos reiteradamente de energía una zona donde se puede almacenar, la hacemos más fuerte, hacemos más potente esa idea. Aunque esto que voy a decir ahora es de perogrullo, no se es consciente de que lo mismo ocurre en el caso que nos ocupa, y es que comunmente todos sabemos que cuanto más tiempo cargamos una batería, más tiempo necesitaremos para vaciarla, pero solemos desconocer que lo mismo ocurre con el pensamiento al que consideramos “algo invisible y no palpable”. De ahí tenemos que en algunas ocasiones será una tarea ardua y difícil el desprendernos de algunas ideas que convertimos en obsesiones llegando en algunos casos incluso a la patología. Al respecto hay una fábula de autor anónimo que ilustra perféctamente este hecho: 

LOS DOS LOBOS 
Una mañana un viejo Cherokee le contó a su nieto acerca de una batalla que ocurre en el interior de las personas. 
El dijo, "Hijo mío, la batalla es entre dos lobos dentro de todos nosotros. 
"Uno es Malvado - Es ira, envidia, celos, tristeza, pesar, avaricia, arrogancia, autocompasión, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, falso orgullo, superioridad y ego.. 
"El otro es Bueno - Es alegría, paz amor, esperanza, serenidad, humildad, bondad, benevolencia, empatía, generosidad, verdad, compasión y fe." 
El nieto lo meditó por un minuto y luego preguntó a su abuelo: “¿Qué lobo gana?” 
El viejo Cherokee respondió, "Aquél al que tú alimentes" . 


Aquí es donde entra en juego la "distracción” a la que hacía mención al final del anterior capítulo. Debemos alimentarnos con otras ideas correctas y agradables para nosotros que nos alejen de entrar en una dinámica de pensamiento negativa que nos arrastrará en la dirección equivocada y hará que seamos presa de un miedo excesivo, ya que el pánico acabará con la capacidad de tomar decisiones correctas. Cuando Carl McCunn pensaba en suicidarse: “Me siento miserable. Los últimos tres días me he despertado con escalofríos. No puedo soportarlo mucho más. No puedo evitar pensar en la bala”. Es evidente que ya había alimentado e intoxicado su mente durante largo tiempo con ideas negativas de las que no pudo desprenderse; se trata de no sucumbir, no importa la idea o ideas a las que recurramos para contrarrestarlas y alimentar nuestra voluntad de sobrevivir. Desde la familia, a la religión o lo mucho que nos gustaría volver para hacer ese viaje que sí teníamos planeado. Y aquí es donde sí debemos reincidir en esos pensamientos positivos y agradables, que acompañados con la actividad, el permanecer ocupados nos motivarán en la dirección adecuada. 

 En la misma línea, para trabajar previamente, para entrenar nuestra mente, tenemos la “reprogramación mental”. Como decía anteriormente, a día de hoy aún no hay un consenso sobre la materia y son muchas las teorías que tratan de explicar el funcionamiento de nuestra mente. Soy de la opinión de que nuestro pensamiento trabaja en base a un “ordenador”, y que consta de los elementos que toda computadora tiene para serlo: energía, dispositivos de Entrada/Salida, unidad de almacenamiento, memoria y C.P.U. (Unidad central de Procesamiento). Entrar a explicar en detalle la analogía correspondiente entre “nuestros componentes” y los de una computadora es algo que está fuera del objeto de este estudio, ya de por sí largo y que aún lo haría más innecesariamente. Lo que nos interesa para nuestros fines es el concepto, el “modus operandi”, y entender que de la manera que un ordenador trabaja con la información, con la programación que le introducimos, y de este modo nos da un resultado, así lo hacemos nosotros. La información que introducimos desde el principio y a lo largo de nuestra vida es la que condiciona nuestro comportamiento con el paso de los años. Nada de lo que hagamos a posteriori es fruto del azar, sino que es fruto de nuestra propia programación adquirida. Tenemos por lo tanto la posibilidad, si somos conscientes del funcionamiento de nuestra mente, de reprogramarla, de sustituir la programación no adecuada que nos lleva a desarrollar conductas no adecuadas en todo tipo de situación, y como en el caso que nos ocupa, en las situaciones de supervivencia. Siempre teniendo en cuenta que lo que son programaciones ya adquiridas y reforzadas a lo largo de muchos años no siempre será tarea sencilla el borrarlas para sustituirlas por otras apropiadas a nuestros fines, y eso incluso contando con que no sean patologías. 

 Así mismo que de la misma manera que no todos los ordenadores son iguales porque no tienen los mismos modelos de componentes, y que sus componentes pueden estar construidos por distintos fabricantes, en el caso de las personas ocurre lo mismo y están “fabricadas” con diferencias sustanciales en función de su origen genético, de lo que sus padres les hayan “aportado”. La genética precondiciona al individuo a la hora de desarrollarse psicológicamente e interviene inevitablemente en la formación de la personalidad que se desarrolla a lo largo de nuestra vida en conjunción con nuestra educación y aprendizaje. Del mismo modo que físicamente estamos condicionados por nuestro cuerpo a la hora de acometer una actividad como pueda ser correr o levantar un peso, en el aspecto psicológico y mental es lo mismo. Cada uno de nosotros tenemos unas características fisiológicas determinadas en el aspecto mental que hacen que el resultado no sea exactamente el mismo a la hora de vernos expuestos a las mismas situaciones. Dicho de otro modo, aún programando la misma información en todos nosotros, al ser los ordenadores distintos en sus componentes los resultados nunca pueden ser exactamente iguales. Por lo que es cuestión tanto de aprendizaje como de genética, resultando fundamental el que dediquemos tiempo a conocer nuestras capacidades personales y sobre todo nuestras limitaciones para trabajar en la medida de lo posible en su eliminación o atenuación.
 

 Un ejemplo, si tenemos miedo a dormir solos en la oscuridad, en función de nuestro grado de miedo deberemos hacer un trabajo progresivo de adaptación a este tipo de situaciones. Podemos empezar por hacerlo en principio acompañados y durante cortos instantes de tiempo que iremos incrementando y comenzando así mismo por lugares cercanos de nuestra confianza para ir entrando poco a poco cada vez más en terreno desconocido, y pasar a hacer los ejercicios en un momento dado en solitario (para comprender mejor que es el miedo, los mecanismos del miedo y como nos afectan se puede consultar este trabajo EL MIEDO, EL PÁNICO Y COMO TRATAR DE AFRONTARLO). Con un trabajo perseverante sobre el tema iremos sustituyendo la programación anterior, la anterior información negativa almacenada en nuestra memoria, con la nueva, pasando a tener una nueva información positiva que nos de la confianza necesaria para afrontar ese tipo de situaciones. Por lo explicado antes, por las características propias de personalidad de cada uno de nosotros, este tipo de reprogramación puede llevar desde semanas hasta años en función de la firmeza de la “impronta” que tengamos en un aspecto determinado, pero está claro que nunca será lo mismo afrontar una situación de supervivencia con un pánico exagerado a la oscuridad que hacerlo una vez que hemos trabajo y entrenado nuestra mente al respecto. 

continuará...

Saludos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario